miércoles, 5 de noviembre de 2008

DADAISMO

Fue un movimiento, antiarte, que inició Tristan Tzara, del cual os hablaré más tarde.

El dadaismo, se caracterizó por los sentimientos de protesta contra convenciones literarias. Una actitud de burla total por las manifestaciones artisticas literarias, por gestos y manifestaciones provocadoras en las que los artistas pretendían destruir todas las convenciones con respecto al arte.


El origen del nombre de dadá:


Tristan Tzara lo nombró así para significar el "balbuceo" del arte. Fue la primera palabra encontrada en el diccionario, y por ser lo primero que dice un niño, representa el empezar desde cero, rompiendo todos los esquemas propuestos, o seguidos con anterioridad. El escudo de los Dabed representaba también el nombre ya que el mejor amigo de infancia de Tzara era Benjak Dabed, fue en honor del fallecido.


MANIFIESTO DADAÍSTA:

Dada de aquí la palabra que lleva las ideas a la caza; todo burgués se siente dramaturgo, inventa distintos discursos y, en lugar de poner en su lugar a los personajes convenientes a la calidad de su inteligencia, crisálidas en sus sillas, busca las causas y los fines (según el método psicoanalítico que practica) para dar consistencia a su trama, historia que habla y se define. El espectador que trata de explicar una palabra es un intrigante: (conocer). Desde el refugio enguatado de las complicaciones serpentinas hace manipular sus propios instintos.
(...)
Dada no significa nada.
Si alguien lo considera inútil, si alguien no quiere perder tiempo por una palabra que no significa
nada….El primer pensamiento que se agita en estas cabezas es de orden bacteriológico…, hallar su origen etimológico, histórico o psicológico por lo menos.
(...)
No es posible construir la sensibilidad sobre una palabra. Todo sistema converge hacia una aburrida perfección, estancada idea de una ciénaga dorada, relativo producto humano. La obra de arte no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, no debe divertir ni maltratar a las personas individuales sirviéndoles pastiches de santas aureolas o los sudores de una carrera en arco a través de las atmósferas. Una obra de arte nunca es bella por decreto, objetivamente y para todos. Por ello, la crítica es inútil, no existe más que subjetivamente, sin el mínimo carácter de generalidad.
(...)
Libertad: DADA, DADA, DADA, aullido de colores encrespados, encuentro de todos los contrarios y de todas las contradicciones, de todo motivo grotesco, de toda incoherencia:
LA VIDA.

Estos son unos fragmentos del manifiesto dadaísta y su final.

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