miércoles, 22 de octubre de 2008

VERSIONES

En una parada de autobús, una señora mayor, esta esperando. Cuando el vehículo llega, y ella se dirige a subir, un chico joven y algo mal vestido, la empuja para entrar primero. Finalmente, otro señor de edad media, la ayuda a volver a subir.

Ahora, escribe esta historia de tres formas diferentes, con tres estilos diferentes:


Texto 1:


Hola María,
Espero que estéis bien por allí, en Barcelona, aquí estamos bien, aunque cada vez me alegro más de que tus padres te hayan educado bien y que no seas de ese tipo de adolescentes que corren por ahí, porque la juventud de hoy en día no es muy recomendable...

Supongo que te preguntaras porque lo digo. Pues te lo contaré (tampoco tengo nada más interesante que hacer).

Estaba yo esperando en la parada del autobús tranquilamente, este iba con retraso, pero no tenía ninguna prisa, ya sabes que cuando tengo que salir de casa, voy con mucho tiempo de antelación. Bueno, al caso, que me desvío de tema, cuando por fin llegó el autobús, apareció un chico joven, que llevaba los pantalones bajos y que parecían descoloridos y además, no iba conjuntado. En estas que vino corriendo, y me empujó para pasar por delante.
Y suerte que por ahí había un señor que me ayudó porque no sé lo que me hubiera pasado.
Bueno espero verte dentro de dos semanas, estoy ansiosa para ver como has cambiado.

De tu querida abuela,


Isabel.


P.D.: Y no creas que exagero eh...
En Ripoll hace mucho frío, cógete ropa de abrigo.

Recuerdos a todos y un fuerte abrazo para ti.

Texto 2:

- ¿Qué Juan cómo ha ido el día hoy?
- ¿La verdad?
- Claro.
- Pues mal, cada vez está peor la juventud.
- Ay no seas exagerado cariño, ¿por qué piensas eso?
- Es algo que no entiendo ni entenderé nunca.
Resulta, que un chico joven que estaba un poco lejos de la parada - lo veía por el retrovisor.- de pronto empezó a correr... Una viejecita que estaba intentando subir al autobús, fue empujada por el muchacho, este entró como si nada hubiera pasado. Iba mal vestido, y, la verdad no parecía de fiar.
- Pero, ¿qué pasó con la señora?
- Nada, por suerte, cuando me disponía a ayudarla, un hombre que pasaba por allí lo hizo por mi. Y gracias a él la señora no se hizo daño.
- Alguna razón tendría para comportarse así ¿no crees?
- Puede, pero a mi no me convences. Bueno me voy que el siguiente turno empieza dentro de cinco minutos, y aún llegaré tarde.
- De acuerdo, adiós.
- Nos vemos en casa, te quiero. Adiós.

Texto 3:

Estaba yo en casa, estudiando y haciendo los deberes, cuando de pronto, mi móvil se volvió loco no paraba de sonar y sonar, lo cogí.
Al teléfono se puso mi madre, diciéndome que había tenido un accidente de tráfico y estaba en urgencias. Me puse muy nervioso, mi cabeza estaba llena de ideas extrañas que no tenían ningún sentido, ya que ella me dijo que simplemente, por suerte, tenía algunas contusiones, y una pierna rota. Entonces, le dije que no se preocupara que enseguida iba hacía allí.
Para llegar al hospital, necesitaba coger el autobús, cuando me acercaba a la parada, vi que ya había llegado, tenía que cogerlo. Así que, empecé a correr, y al llegar a la puerta del autobús subí corriendo sin darme cuenta de lo que había pasado. Finalmente llegué a mi destino, y vi mi madre en la puerta esperando, ya se podía ir, pero antes necesitábamos, pedir un taxi.

Luego me contaron, que había empujado a una pobre viejecita que intentaba montarse en el autobús. También fue más tarde cuando me di cuenta de la pinta que llevaba, pantalones rotos y que me iban grandes, pero en esos momentos me daba igual, lo importante es que la señora no salió dañada de ese pequeño accidente involuntario, y que mi madre estaba bien, a pesar de todo, claro.




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